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Las sagas de Electronic Arts tienen todos los años su lanzamiento habitual, y la variante tuning de Need For Speed no representa una excepción en la presente campaña. Para Carbono, se ha tomado como válido el trabajo realizado en el notable Most Wanted, y se ha rediseñado el concepto, aunque sin apartarse de la línea continuista tan habitual en la compañía. Así, podemos definir el juego como una mezcla de sus dos predecesores, ya que combina una constante ambientación nocturna con las persecuciones policiales que volvieron a la serie en la última entrega.

Y es que este título resulta el más peculiar de estos cuatro años, tanto por su vuelta a los orígenes como por las posibilidades que se contemplan. Las novedades giran alrededor de una mayor profundidad argumental, nuevas características de personalización de los vehículos y el traslado de las carreras a los cañones. Esta última novedad parece directamente sacada del guión de la película A Todo Gas 3: Tokyo Race, ya que hereda a la perfección todos y cada uno de los detalles vistos en esta producción.

De nuevo es el mundo del tuning el eje central sobre el que gira la historia, cuyo inicio se solapa con el final de Most Wanted. La primera escena cinemática, de las muchas que se incluyen, nos sitúa en plena persecución de nuestro vehículo por parte de un viejo conocido metido ahora a caza recompensas. Mediante una serie de acontecimientos que no desvelaremos, quedaremos en deuda con un amigo, por lo que tendremos que disputar carreras para conseguir algo de dinero con el que mejorar nuestro coche. Con este argumento simple, pero perfectamente delimitado, arranca de nuevo el motor de nuestro coche en Carbono.

Gráficos

Gran cambio el que se ha dado respecto al apartado visual de Most Wanted, sobre todo en la modificación de la paleta de colores, que ha abandonado totalmente los matices cálidos para presentarse en tonos mucho más fríos. La vuelta de las carreras a la noche resulta clave en este hecho, ya que el título se desarrolla únicamente durante esta parte del día. Como consecuencia, las luces de neón y los reflejos son los protagonistas exclusivos, compartiendo papel con los impresionantes coches que se pueden conducir.

Los entornos resultan ricos en detalles y bien poblados, perfectamente ambientados con la gran cantidad de puntos de luz distribuidos. La mayoría de las zonas, excepto los cañones, son áreas de la ciudad en las que nos cruzaremos normalmente con un buen número de coches corrientes, siempre que estemos en el modo exploración. El uso de motion blur afecta críticamente al visionado del escenario, ya que la sensación de velocidad difumina totalmente las líneas y aporta un efecto bastante exagerado aunque muy espectacular.

Los coches se catalogan en tres tipos - tuners, músculo americano y exóticos -, con marcadas diferencias tanto a nivel visual como de control En el aspecto, los modelados son muy fieles a los reales, incluso tras aplicarles las modificaciones visuales pertinentes. El número de combinaciones de piezas es menor que en Underground 2, aunque la aparición del sistema AutoSculpt ayuda a paliar esta desventaja. Mediante esta característica podremos alterar cómo lucen los accesorios del coche, variando su tamaño, profundidad o altura. Esto no reportará cambios mecánicos, aunque para los amantes de la personalización es un punto muy positivo que nos permite dejar nuestro coche tal y como nosotros queramos.